Biblioteca de Salud del Paciente

Prevenir el cáncer es trabajo de todos, para ello, le recomendamos las siguientes acciones:

  • No fume: si fuma, abandone este hábito. Si no consigue dejar de fumar, no fume en presencia de no fumadores.
  • Si bebe alcohol, ya sea cerveza, vino o bebidas de alta graduación, modere el consumo a un máximo de dos consumiciones diarias (si es hombre) y a una (si es mujer).
  • Fomentar una alimentación sana y equilibrada como hábito de vida saludable es una estrategia efectiva y muy eficiente en la prevención primaria y secundaria de diversas enfermedades crónicas, entre ellas el cáncer.
  • Aumente su ingesta diaria de frutas, verduras y hortalizas variadas: coma al menos cinco raciones al día. Limite el consumo de alimentos que contienen grasas de origen animal.
  • Evite la obesidad.
  • Tome precauciones para evitar la exposición excesiva al sol. Es especialmente importante proteger niños y adolescentes.
  • Las personas que tienen tendencia a sufrir quemaduras deben tomar medidas protectoras durante toda la vida.
  • Aplique de forma estricta la legislación destinada a prevenir cualquier exposición a sustancias carcinogénicas. Siga las instrucciones de seguridad y salud sobre el uso de estas sustancias que pueden causar cáncer. Respete las normas dictadas por las oficinas nacionales de protección radiológica.

Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la adicción es un estado psicofísico caracterizado por el uso repetido de una o varias sustancias psicoactivas a tal grado que el consumidor se encuentra periódica o permanentemente intoxicado, muestra compulsión por consumir la sustancia o las sustancias de su preferencia.

Para ejemplificar estos conceptos, tomaremos como parámetro el alcohol, aunque bien podría ser usada cualquier otra sustancia o conducta que haya sido clasificada como capaz de producir adicción.

El usuario

En un restaurante, por ejemplo, consume un par de bebidas y tiene la capacidad de decir “no más”, a pesar de la insistencia de sus compañeros y de las ofertas del establecimiento (barras libres, hora feliz, etc.).

El abusador

El ejemplo típico es la persona que de lunes a viernes cumple con sus tareas laborales o académicas. Los fines de semana consume alcohol hasta la embriaguez, el domingo cumple con sus obligaciones familiares y el lunes se presenta al trabajo perpetuando así el ciclo.

El adicto

En un principio consume para sentirse bien, en esta etapa lo hace para evitar molestos síntomas de la abstinencia.

La conducta de búsqueda es apremiante, pues necesita seguir consumiendo para “funcionar”. Si hay ley seca, se prepara con un buen abastecimiento, o es capaz de atravesar tres municipios porque sabe que en tal lugar sí se vende alcohol.

Si el dinero escasea, empiezan con pequeños hurtos familiares evolucionando a conductas delictivas. La economía del hogar se ve afectada, pues las necesidades diarias pasan a segundo término y esto como consecuencia del deterioro de la vida laboral.

La vida familiar se altera, pues todos los miembros giran alrededor de la enfermedad: hay que esperar el estado del paciente para planear las vacaciones, vida social, gastos, etc.

Es cualquier acto de poder, cuyo objetivo es ejercer un dominio absoluto sobre cualquier integrante de la familia. Anteriormente estos actos de violencia eran aceptados bajo la justificación de que este era el medio más apropiado para resolver cualquier problema que se presentada dentro del núcleo familiar.

En la Ciudad de México, 96 de cada 100 personas que viven violencia (dentro o fuera del núcleo familiar) son mujeres, ya sea por una relación de parentesco o consanguinidad, o por alguna relación civil, matrimonio, concubinato o una relación.

Existen tres tipos de maltrato:

  • Físico. Es cualquier acto de agresión que ejerzan contra cualquier parte de tu cuerpo; ésta puede ser causada con algún objeto, arma o sustancia, para sujetar, inmovilizar o causar daño a tu integridad.
  • Psicoemocional. Este tipo de violencia es cuando recibes insultos, indiferencia, amenazas, chantajes; lo cual no te permite desarrollarte en un ambiente agradable y sano. En ocasiones tú puedes convertirte en una persona generadora contra algún integrante de la familia.
  • Sexual. Es cuando te obligan a realizar cualquier acto sexual que te cause dolor, vergüenza, culpa o incomodidad; y en muchas de las ocasiones ésta es por celos injustificados.

La violencia puede manifestarse de la siguiente manera:

  • Amenazas.
  • Intimidación.
  • Abuso emocional.
  • Privilegio masculino.
  • Abuso económico.
  • Aislamiento.
  • Desvalorizar, negar, culpar.
  • Manipulación de los hijos.

Si vives violencia familiar acude a los Centros de Atención y Prevención Integral a la Violencia de Género (CAPIV) o puedes llamar a la Línea Telmujer (01 800 83 56 8537) donde psicólogas y abogadas te escucharán y apoyarán. Marca de lunes a viernes de 8 a 18hrs.

La atención que encontrarás aquí es gratuita, confidencial y oportuna. Además podrás recibir atención en las áreas jurídica, psicológica y de trabajo social.

Es de suma importancia que se tenga en cuenta las siguientes recomendaciones y ante cualquier duda de la misma, o presencia de alguna de ellas, llames inmediatamente a tu médico o acudas a alguna institución de salud.

En los primeros tres meses del embarazo:

  • Sangrado transvaginal.
  • Ardor para orinar o salida abundante de flujo vaginal.
  • Cólicos abdominales o que se ponga duro el abdomen.
  • Vómito en más de cinco ocasiones en 24hrs.
  • Fiebre o diarrea.

Del cuarto al sexto mes de embarazo:

  • Cólicos abdominales o que se ponga duro el abdomen.
  • Vómito en más de cinco ocasiones en 24hrs.
  • Fiebre o diarrea.
  • Dolor de cabeza, zumbido de oídos o ver lucecitas.
  • Edema o hinchazón de pies, piernas o manos.
  • Salida de líquido transvaginal o sangrado.

Del séptimo al noveno mes de embarazo:

  • Cólicos abdominales o que se ponga duro el abdomen.
  • Vómito en más de cinco ocasiones en 24hrs.
  • Fiebre o diarrea.
  • Dolor de cabeza, zumbido de oídos o ver lucecitas.
  • Edema o hinchazón de pies, piernas o manos.
  • Salida de líquido transvaginal o sangrado.
  • Dejar de sentir los movimientos del bebé.
  • Presentar una contracción abdominal cada media hora.